¿Cómo pasa la gente de la pobreza a la bonanza?.
Esto que puede ser parte de una argumentación política, en realidad es también una argumentación de marketing.
A diario estamos seleccionando lo que juzgamos como mejor. Lo haces tú para elegir a la persona que quieres tener a tu lado, eliges tú qué trabajador quieres contratar, eliges qué quieres hacer con tu vida y según esos objetivos, trazas un plan para llegar hasta allí y aún cuando las personas pueden tener distintos puntos de partida, no eres más diferente a los demás de lo que crees y deberás trabajar duro para diferenciarte del resto.
La gente suele preguntarse por qué hay más pobres que ricos. Aún considerando que algunos empresarios hacen trampa aliándose con el poder político para obtener privilegios que los resguardan de la competencia, lo cierto es que no es muy fácil ser fuera de serie. Es por ello quizá que dejen de trabajar en ello para buscar la ruta fácil.
Todos quieren ser fuera de serie, pero pocos están haciendo aquello que los excluya de la serie.
Por naturaleza y en gran parte en realidad somos más parecidos que diferentes. Aún cuando ideas desfasadas como la del socialismo intentan ser usadas para igualar a las personas en sus resultados, somos más iguales ya de lo que creemos.
Y la prueba es que no muchos son fuera de serie cuando hacen algo. Tienen el potencial y talento natural que los puede diferenciar de los demás, pero se ven como todos los demás.
Es como elegir en un supermercado un producto que solo se diferencia por el nombre. Y aunque haya diferencias esenciales, estas no pueden ser percibidas hasta que no se prueben cada una de ellas. Y todos estaremos de acuerdo en que no podemos probar todas las posibilidades antes de comprar. Debemos elegir entre las que más confianza nos transmite o entre la que nos satisfizo en la primera compra. Debemos elegir entre lo que para nosotros es el producto fuera de serie.
Si aceptamos la idea de que tu negocio es el reflejo de lo que eres, es claro que la lucha por ser diferente y ser ese fuera de serie no es tarea fácil.
Muchos lo intentan yendo por caminos equivocados, como hacer exclusivo uso de la publicidad como el único vehículo para lograr la credibilidad y preferencia de los consumidores y no se dan cuenta que eso es precisamente lo que hacen los demás. No estás siendo un fuera de serie haciendo lo que hacen todos.
Ser un fuera de serie no es fácil, requiere mucha personalidad y cierto nivel de genialidad en lo que ofreces y cada empresario está creando una oferta haciendo uso de esos factores en mayor o menor medida. Eso los diferencia. Eso hace que unos ganen y otro pierdan. Pero perder en la gran mayoría de casos no es la muerte, es solo empezar de nuevo el juego.
Otro de los caminos equivocados es creer que puede haber un gobernante que haga fuera de serie a las personas. Eso parece ser el pedido de muchos que votan por gobiernos ultra intervencionistas que creen ser omnipotentes y construir en base a leyes y normas el mundo perfecto de igualdad material que muchos reclaman como justo cuando el problema es que son esas intervenciones las que han generado obstáculos para que se desarrollen con éxito la diversidad de talentos y emprendimientos que haga posible la existencia de esas grandes diferencias que son nutritivas para la sociedad porque no sólo crean más alternativas de solución para el prójimo, sino porque además para aquellos que sufren lo que algunos llaman desigualdad, sirve como lección de lo que no se debe hacer y lo que si se debe hacer para alcanzar ser un fuera de serie y disfrutar de la compensación de quienes ha servido mejor a sus clientes.
Para responder entonces la inicial pregunta. ¿Cómo pasa la gente de la pobreza a la bonanza? Siendo fuera de serie, trabajo que es difícil y duro porque arrancamos desde un punto donde todos estamos siendo parte de la serie por default.
Por tanto, dejar que las personas y emprendedores expresen sus diferencias entre los demás y trabajen sin obstáculos gubernamentales en aquello que los haga desarrollar negocios fuera de serie para ganarse en competencia libre e igualitaria jurídicamente, la confianza de los compradores, es lo único que debe garantizar un gobierno.